Celebramos el cumpleaños número cien de María, una de las personas atendidas en la residencia 'Virgen de Veladíez' de Fundación Diagrama, que dispone de plazas privadas de atención sociosanitaria para personas mayores en Espirdo (Segovia), charlando con ella sobre su vida, su infancia, sus aficiones, la importancia de la familia y su día a día en el recurso, entre otros muchos temas.
Cuando echa la vista atrás en su vida, ¿cuáles son los primeros momentos que se le vienen a la memoria?
Madre mía, son muchos años ya, y la memoria da para lo que da, pero, sobre todo, me acuerdo de estar trabajando toda la vida.
En ese sentido, usted estuvo muchos años dedicada a la agricultura y la ganadería. ¿Qué es lo que más le gustaba de su trabajo?
He trabajado en muchas cosas, cuidando niños, sirviendo en casas y en el campo. Todos los trabajos me han gustado, aunque, claro, unos eran más suaves y otros más duros.
¿Cuáles son los recuerdos más especiales que guarda de su infancia?
Infancia tuve poca, porque ya desde los siete años empecé a trabajar cuidando niños y al poco tiempo nos cayó encima la Guerra Civil. A mi padre le desterraron a Salamanca y nos fuimos todos con él, así que pudimos disfrutar poco de nuestra etapa infantil. Eso sí, he estado en muchos sitios como, por ejemplo, Salamanca, Ávila, Otero de Herreros o San Rafael.
Su familia viene a verla a diario y nos han contado que, de todas estas visitas, la de sus bisnietos le hace una especial ilusión. ¿Qué es lo que más disfruta de los ratos con ellos?
La compañía y los paseos que me ayudan a dar con el andador. La familia es lo más importante porque te dan cariño y compañía, que es de lo poco que podemos disfrutar ya en esta vida.
¿Cómo cree que ha cambiado la vida a lo largo de todos estos años?
La vida antes era muy dura, lo pasábamos mal hasta para comer, teníamos que trabajar de sol a sol. Ahora todo es mucho más fácil, también hay que hacer muchas cosas, pero no es lo mismo.
¿Es cierto que le gusta mucho la costura? De hecho, todavía continúa confeccionado alguna prenda, ¿no?
Sí, hago punto, ganchillo y costura, aunque algunas cosas me cuestan ya bastante porque veo mal. He hecho bufandas, cintas y hasta chaquetillas.
¿Tiene alguna prenda que se le dé especialmente bien hacer con esta técnica? Porque sabemos que a la directora de la residencia le regaló una cinta para el pelo.
Hay cosas que me cuesta más hacer ahora, pero sigo haciendo muchas bufandas.
Nos han comentado también que es usted una gran admiradora de la jota castellana. ¿Cómo vive las visitas a la residencia de dulzaineros y tamborileros?
Me hace mucha ilusión. Antes me gustaba bailar y cantar las jotas con los niños, en el pueblo, y el primer año que entré en la residencia gané un diploma bailando jotas.
¿Qué recuerdos le trae este tipo de música?
Las fiestas de mi pueblo, los ratos en los que estábamos más tranquilos, las celebraciones y un muy buen ambiente.
¿Qué es lo que más disfruta de su estancia en ‘Virgen de Veladiez’? ¿Cómo es su día a día en la residencia?
Muy bueno. Aquí hay buena gente y buenas compañeras.
¿Qué actividades son las que más le gusta realizar en la residencia?
Los juegos de mesa y pasear con el andador.
Por último, ¿qué tal se lleva con el equipo de trabajo de la residencia?
Yo me llevo bien con todo el mundo, me tratan bien, aunque algunas veces nos enfadamos, pero luego se nos pasa. Por ejemplo, con Adrián (fisioterapeuta de ‘Virgen de Veladiez’), que me hace trabajar mucho, pero me hace falta.