Hablamos con Adriana Roures, coordinadora de la vivienda tutelada para mujeres víctimas de violencia y/o riesgo de exclusión social ‘Estreles de Mar’ de Castellón, recurso de titularidad de la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas de la Generalitat Valenciana y gestionado por Fundación Diagrama a través de concierto social, acerca de su experiencia profesional en el centro, el día a día del mismo y las principales funciones que desempeña.
A nivel profesional y personal, ¿cuál es el principal objetivo que se planteó al comenzar esta etapa laboral?
Para mí era un reto y lo hice con muchísima ilusión. Me planteé dos objetivos: por un lado, dar lo mejor de mí profesionalmente para ofrecer una atención de calidad a las mujeres que pasaran por el recurso; y por otro, crear un equipo comprometido con el trabajo que hacemos, crear un buen clima de trabajo donde las profesionales se sientan valoradas y reconocidas.
¿Cuáles son las principales funciones que desempeña como coordinadora?
Para mí, una de las más importantes es hacer que el equipo funcione de manera adecuada. Es importante que haya mucha coordinación entre nosotras. Para ello se han creado canales de comunicación con los que nos trasladamos la información más relevante que va ocurriendo en nuestro día a día. Además, me encargo de la comunicación con las administraciones, fundamentalmente con la sección de mujer de la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas, con la que tenemos una coordinación excepcional. Gracias a ellas, conseguimos que se agilicen las derivaciones a otros recursos, como viviendas de diversidad funcional. También destaco la coordinación con la propia Fundación, con la que conseguimos que las mujeres que salen a una vivienda autónoma puedan hacerlo con posibilidades de empleo reales. Muchas de ellas han podido reinsertarse a través de los programas sociolaborales de la Fundación. Por otro lado, también llevo todo el tema de calidad del centro, es decir, inspecciones, auditorías, etc. En cuanto a las usuarias, me encargo de realizar junto con el equipo educativo las denominadas ‘asambleas’, un espacio seguro donde las mujeres pueden expresar cualquier idea o sugerencia que consideren para el mejor funcionamiento de la vivienda. Además, les hacemos partícipes en la elección de las actividades que se realizan dentro o fuera de la vivienda, consiguiendo así mayor compromiso e implicación con los talleres y con las actividades de ocio en grupo. Por último, una vez al mes realizamos los seguimientos del PAI (Programa de Atención Individual) donde la mujer explica cuáles son los objetivos que se ha propuesto durante ese mes, qué estrategias se ha planteado y si está consiguiendo dichos objetivos.
¿Cómo es el día a día en el recurso?
Hay días más movidos que otros. Entre semana intentamos derivar a las mujeres a formación fuera de la vivienda. Las mañanas suelen ser más ajetreadas porque todas las mujeres han de levantarse, hacer sus tareas y después todas las gestiones que tengan que realizar: citas médicas, servicios sociales, juzgados, etc. Por las tardes se hacen actividades en las que las mujeres suelen participar de forma activa: talleres de empleo, deporte, participación, convivencia, autoestima, empoderamiento, etc. Uno de los objetivos fundamentales es que las mujeres sientan que forman parte de algo bueno, por eso dentro de la vivienda nos sentimos como una gran familia, donde todas las personas cuentan.
¿Has vivido algún momento que recuerdes con especial cariño desde que empezaste esta etapa?
Muchos. Hay muchas mujeres que han pasado por aquí y que recuerdo con especial cariño. Mujeres que muestran su agradecimiento de una manera tan sincera que te llega al corazón. Concretamente recuerdo a una mujer que ingresó en la vivienda indocumentada. Presentaba una importante problemática de adicciones, había estado ejerciendo la prostitución y vino a España a través de una red de personas. Cuando finalizó su etapa aquí, salió con toda su documentación en regla, una vivienda de alquiler social y un puesto de trabajo estable en una empresa de limpieza. La mujer se sentía totalmente agradecida y recuerdo sus palabras: “No te puedes hacer una idea de la importancia de vuestro trabajo. Gracias a vuestro apoyo siento que puedo empezar una nueva vida. Nunca nadie había creído tanto en mí.” Palabras así me hacen sentir orgullosa de mis compañeras y de la labor que estamos haciendo.
Respecto a las usuarias, ¿en qué aspectos se hace un mayor hincapié en la atención con ellas?
Todas las mujeres que ingresan son víctimas de violencia de género, por lo que desde el ámbito psicológico y educativo se trabaja todo lo relacionado con esta situación, como el estrés postraumático, la dependencia emocional, la autoestima, etc. Además, hay que tener en cuenta el tipo de problemática que arrastran para poder derivarlas al recurso idóneo para ellas, realizar un diagnóstico social para evaluar su situación a su ingreso y valorar qué tipo de intervención es adecuada desde el ámbito social.
¿Cómo es el proceso de recibimiento a las mujeres que van llegando al recurso? ¿De qué forma se trabaja con ellas durante esos primeros días?
Cuando ingresan, por lo general, vienen muy desorientadas. No tienen ningún sitio donde estar y se muestran desconfiadas e inseguras. Durante ese periodo se procura generar un espacio de confianza con ellas para que poco a poco se vayan sintiendo mejor. Al ingresar, la psicóloga realiza la entrevista de acogida. Después se le asigna una educadora de referencia, que será la persona que la acompañe en todo su proceso y con la que generará un vínculo más fuerte. Y se empiezan a pasar entrevistas de área donde recabamos información de la mujer para poder intervenir con ella de una manera ajustada a sus necesidades. Cuando se va adaptando al recurso es cuando empezamos a trabajar con ella desde las diferentes áreas a través del PAI.
¿Hasta qué punto es importante el papel de los psicólogos y psicólogas en el funcionamiento del recurso?
Es una figura fundamental. Las mujeres que ingresan suelen tener problemáticas añadidas a la violencia de género. La mayoría provienen de familias desestructuradas y con historias de vida muy duras, por lo que el trabajo con ellas va más allá de tratar solo el ámbito de la violencia. En la vivienda, tenemos la suerte de trabajar con una psicóloga con muchísimos años de experiencia, por lo que, gracias a su trabajo y al de todo el equipo, se consigue que muchas de las mujeres que han pasado por el recurso consigan hacer una transformación en sus vidas.
¿Cómo se trabaja con las usuarias en el ámbito de la inserción social y laboral?
Hay que darles tiempo a las mujeres que ingresan para que vuelvan a confiar en ellas mismas, por lo que al principio se trabaja con ellas a través de talleres grupales dentro de la vivienda. Cuando están estabilizadas, se las deriva a cursos de formación para que empiecen a relacionarse y a abrirse con otras personas, ganando así mayor confianza en ellas mismas para, finalmente, prepararlas para la búsqueda de empleo activa. Gracias a la Fundación y a la Red Nodus hemos conseguido insertar a varias mujeres que han pasado por la vivienda.
¿En qué se diferencia una vivienda tutelada de otros recursos de atención a este colectivo social?
Además de vivienda tutelada, el perfil que nos define es ‘especial vulnerabilidad’, por lo que las mujeres que ingresan necesitan una atención más individualizada en un recurso con menos usuarias y con una intervención psicológica constante. Estamos con ellas las 24 horas, contamos dentro del equipo con una cocinera para preparar comidas y cenas y, al inicio, hacemos un acompañamiento exhaustivo coordinado con médicos, juzgados, policía y demás para después ir reforzando su autonomía. En este último proceso juega un papel fundamental el trabajo de las educadoras.
¿Considera importante para la sociedad el trabajo que se desempeña desde recursos como ‘Estreles de Mar’?
Creo que es un recurso que lleva siendo muy necesario desde hace años. Hasta ahora, una mujer víctima de violencia de género sin recursos y sin red de apoyos ingresaba en centros residenciales sin tener en cuenta su especial vulnerabilidad, por lo que no se les podía brindar la atención que necesitaba. Las mujeres que atendemos aquí son personas que necesitan un acompañamiento y un tratamiento específico para tratar sus adicciones o su problemática de salud mental. Por eso es un recurso más pequeño, con cinco mujeres, para poder dar una atención individualizada Sinceramente creo que deberían existir más recursos como ‘Estreles de Mar’, ya que es una problemática que por desgracia va en aumento. Se necesitan recursos que generen oportunidades reales para que las mujeres puedan volver a recuperar el control de sus vidas.