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El 87% de los usuarios del Programa de Tratamiento para Agresores Sexuales (PCAS) toma conciencia y control de sus conductas violentas

El Programa de Tratamiento para Agresores Sexuales (PCAS), financiado por el Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030 con cargo a la asignación tributaria del IRPF, es un servicio especializado de intervención psicosocial dirigido a personas condenadas por delitos de agresión sexual. Durante el año 2024, Fundación Diagrama ha desarrollado esta iniciativa con un total de 41 hombres, que han sido derivados por el Servicio de Gestión de Penas y Medidas Alternativas (SGPMA) desde los centros penitenciarios de Murcia, Madrid, Las Palmas y Sevilla.

El PCAS consta de tres fases. En primer lugar, se realiza una entrevista individual de cara a hacer la evaluación de cada usuario en lo referente a conductas sexuales, funcionamiento social y distorsiones cognitivas, además de analizar sus expectativas y su motivación al cambio hacia conductas más funcionales. Posteriormente, la fase de intervención consta de 32 sesiones grupales divididas en dos etapas: toma de conciencia (que incluye sesiones sobre relajación, análisis de la historia personal, introducción a las distorsiones cognitivas, conciencia emocional, comportamientos violentos y mecanismos de defensa) y toma de control (que abarca distorsiones cognitivas, estilo de vida positivo, educación sexual, control y modificación del impulso sexual y prevención de las recaídas). Por último, se realiza un seguimiento individualizado de cada caso particular.

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Infografía con los resultados del programa

La división del tratamiento en dos etapas permite abordar de forma más intensiva los distintos aspectos psicológicos y sociales que conducen a la modificación de las conductas, actitudes y concepciones que han llevado al usuario a cometer el delito. El objetivo de las actividades para la toma de conciencia es ayudar al individuo a comprender los factores que originan y conducen a su comportamiento violento, buscando la reducción de la resistencia a reconocer su conducta delictiva. Por su parte, la toma de control se centra en el análisis de la conducta problemática, proporcionando a los usuarios las herramientas cognitivo-emocionales y de autoevaluación del comportamiento que contribuyan a prevenir la reincidencia y a producir un cambio conductual efectivo y duradero.

Los resultados del programa han sido positivos, con un 87% de asimilación de los contenidos abordados en la intervención. En concreto, el 87% de los participantes han mejorado sus habilidades de control del comportamiento agresivo y el 86% han desarrollado estilos de vida más positivos y prosociales; ha aumentado la capacidad asertiva del 85% de los usuarios; mientras que la promoción de relaciones igualitarias y la educación sexual basada en la igualdad en derechos y libertades entre hombres y mujeres han tenido una efectividad del 80% y del 87%, respectivamente.