En las siguientes líneas reproducimos la crónica que M., un chico del Centro Educativo Juvenil “Las Moreras” de El Palmar (Murcia), redactó tras volar por primera vez en avión, gracias a una iniciativa de la Consejería de Obras Públicas y Ordenación del Territorio de la Región de Murcia, a través de la Dirección General de Transporte y Puertos, en colaboración con Fundación Diagrama, gestora del Centro perteneciente a la Consejería de Justicia y Seguridad Ciudadana.
“El día 22 de diciembre del año 2010, será un día que me costará olvidar, tanto por las experiencias que pude disfrutar, pues ese día fue el primero de mi vida que me monté en un avión y volé, como por el grupo de compañeros que me acompañaron en esta fenomenal aventura. J., ML., M.G., M.C., el buen Y. y yo, fuimos los componentes de esta fenomenal excursión.
A las 13 horas en punto y según lo acordado, embarcamos en la furgoneta que nos iba a trasladar hasta el Aeropuerto de San Javier, donde realmente iba a comenzar este largo y completo día. Al llegar y comprobar el tamaño del avión que nos iba a transportar al aeropuerto de Madrid-Barajas, alguno empezó a poner pegas pues el tamaño del avión que más bien parecía de aeromodelismo, no coincidía con la idea que teníamos de cómo debía ser este medio de transporte, novedoso para todos nosotros, excepto para ML., que aprovechaba su experiencia para darnos consejos y cómo no, sonreír “por lo bajini”, al ver cómo iban cambiando nuestras caras de color. Después de la foto de grupo al pie del avión, embarcamos, ocupamos nuestros asientos y nos abrochamos los cinturones según las instrucciones de la azafata y comenzamos a rodar por la pista de despegue, asombrados de ver a través de las ventanillas del avión, todos esos paisajes que habíamos visto en fotos y que ahora podíamos disfrutar en directo. Al elevarse el avión en plena aceleración la sensación de vacío en el estómago, hizo que más de uno cogiera la bolsa de papel que teníamos en el asiento, para tenerla a mano en caso de emergencia. El vuelo transcurrió sin ninguna incidencia.
A mitad de viaje más o menos, y en base a la gestión que hicieron nuestros educadores, el Comandante del avión nos invitó a pasar a la cabina de vuelo, donde pudimos observar la cantidad de botones, pantalla e interruptores que la componían, y cómo no más de uno, soñar con ser el que en ese momento manejaba los controles. Un extraño ruido nos provocó cierta alarma tanto a nosotros como a la tripulación, hasta que descubrimos que esa vibración era provocada por el castañeteo de los dientes de J. que todavía y con cierto color pálido en su cara, no había terminado de relajarse en el vuelo.
Bien; nos sentamos en nuestros asientos, cinturones puestos y tomamos tierra en Madrid-Barajas, donde nos recibe una azafata de tierra de Aena, nuestra guía durante la visita a la T4, objetivo de nuestro viaje. Allí, nada más llegar nos presentó en un vídeo, en la sala de prensa del aeropuerto, un vistazo rápido a las instalaciones, tamaño, cifras de aviones y pasajeros, que nos dejaron asombradísimos al comprobar el extraordinario movimiento de gente que circulaba por la T4 de Barajas.
En nuestro recorrido pudimos entrar libremente por todos los rincones de la Terminal, sin cerrar la boca en ningún momento, asombradísimos de la maravilla arquitectónica y técnica que estábamos viendo y disfrutando. Al terminar nuestro recorrido, una cena rápida en uno de los muchos restaurantes del aeropuerto y embarcamos de nuevo, esta vez en un “avión de verdad”, donde, cansados de todo el día, nos relajamos hasta llegar a Alicante, en donde nos recogieron y nos trasladaron al Centro, totalmente emocionados por esta jornada tan espectacular que habíamos disfrutado y cerca de las tres de la madrugada pudimos meternos en nuestras habitaciones, donde sé, que más de uno, al igual que me pasó a mi, y antes de dormirnos, dejamos nuestra mente retroceder a toda esa cantidad de sensaciones y emociones de las que habíamos disfrutado en este día.
En nombre de mis compañeros de viaje, quería agradecer a la Consejería de Obras Publicas y Ordenación del Territorio, a la Dirección General de Transportes y Puertos, al Personal de Aena y cómo no, a nuestra guía amable y paciente del Aeropuerto, que respondió a las mil y una preguntas con que nuestra curiosidad le bombardeó, al Personal de Vuelo que nos permitió conocer todos los entresijos del avión y a la Fundación Diagrama y la Consejería de Justicia y Seguridad Ciudadana por haber contado conmigo, con nosotros, para regalarnos este día tan cercano a las fechas navideñas y permitir que nos llevemos esta experiencia a nuestras casas, experiencia que si lo consigo, tardaré mucho tiempo en olvidar…
M., diciembre de 2010 ”