Cosme, residente desde hace más de dos años en el centro sociosanitario ‘Cristo de los Mineros’ de La Unión (Murcia), que cuenta con plazas concertadas con la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades del Gobierno de Murcia a través del Instituto Murciano de Acción Social (IMAS), lleva más de 50 años demostrando su pasión hacia la pintura y su talento a la hora de plasmar en numerosos cuadros sus sentimientos y emociones. Asimismo, asegura que su vida se puede contar con la ayuda de sus obras, las cuales lleva regalando a amigos y familiares desde el primer día que cogió un pincel. Acudimos al recurso para conocer un poco mejor su trayectoria vital y profesional.
¿Cuándo comenzó a interesarse por el mundo de la pintura?
Empecé a fijarme en la pintura cuando tenía 15 años, pero cuando realmente creció este interés fue a los 22, cuando entré en una academia. Fui tres veces a la semana, dos horas al día, durante un año. Y allí me abrieron los ojos, me pusieron un lienzo frente a mí, me dieron un pincel y me dijeron “pinta”. Y como el dibujo lo llevo en la sangre, lo hice.
¿Cómo recuerda su experiencia en esa academia?
Disfrutaba mucho porque había una paz enorme y una compenetración total con mis compañeros y compañeras de clase. Además, la mayoría de las personas que iban a la academia eran mayores, pero me trataron siempre como uno más aunque yo fuera mucho más joven. Esa manera de acogerme provocó un cambio positivo muy grande en mí. Nunca me dieron de lado, incluso cuando sabían que estaba pasando ya una mala época.
¿Recuerda sus primeros cuadros?
Madre mía, es que me los inventaba, porque, al ser daltónico, no veía bien los colores. Recuerdo que se me acercaba un compañero de clase y me decía “madre mía, ¡qué chulo!” y yo, la verdad, no lo veía tan bueno. Eso sí, lo que recuerdo es que desde el principio, cuadro que hacía, cuadro que regalaba. Llevo toda la vida entregando cuadros a la gente.
¿Y qué es lo que más disfruta a la hora de regalar los cuadros?
Disfruto haciendo feliz a la gente. Regalar un cuadro, que me sonrían y me digan que les parece bonito, me da un clima y me genera unas sensaciones buenas incomparables.
¿Puede describir en palabras lo que siente al pintar?
Me siento realizado, siento que soy un dios porque estoy creando una obra de la nada.
¿Cuánto tarda en realizar un cuadro?
Una hora o una hora y media. Eso sí, nunca empiezo un cuadro si no lo voy a terminar.
¿Influye su estado de ánimo a la hora de pintar? ¿En qué sentido lo hace?
Sí, los cuadros reflejan cómo me siento en cada momento, ha sido siempre así. Si yo, por ejemplo, me encuentro mal, empiezo a pintar y, aunque me cueste, lo termino. Me digo a mí mismo “mi vida por un cuadro”, y lo acabo. Por otro lado, cuando me encuentro bien, me siento un genio cuando pinto.
¿Cuál es la obra de la que se siente más orgulloso hasta la fecha?
La verdad es que tengo pocos cuadros favoritos porque, cada vez que termino uno, siempre creo que es el mejor que he hecho hasta ese momento. Y después llamo a mis compañeros del centro, a mis amigos y a mi familia y les pregunto qué les parece.
¿Y cómo está siendo la experiencia en el centro ‘Cristo de los Mineros’?
Estar aquí, al igual que los cuadros, me ha hecho mejorar como persona y me ha ayudado a centrarme más en saber lo que quiero y lo que no quiero. En el centro estoy resolviendo exactamente eso. ¿Quiero droga? No. ¿Quiero pintar? Sí. Ahora todo es mucho mejor.